La Palabra de Dios gobierna la Tierra y los asuntos de los hombres. A diferencia de los seres humanos, Dios nunca habla solo para escuchar su voz. Cuando Dios habla - y habla todo el tiempo - habla con propósito. Cuando Dios se propone hacer algo en el mundo, habla a su pueblo, llamándolo a preparar el camino. "Porque no hará nada Jehová el Señor, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas " (Amós 3,7). Cuando Dios estuvo listo para establecer una nación a través de la cual vendría el Salvador, le habló a Abraham y le dio un hijo en su vejez. Cuando estuvo listo para librar a esa nación de la esclavitud en Egipto, le habló a Moisés. Cuando estuvo listo para llamar a su pueblo a que se volviera del pecado y la idolatría, les habló a Elías, Isaías, Jeremías y otros profetas. Cuando Dios estuvo listo para enviar a su hijo al mundo, les habló a María y a José.
Hoy Dios se mueve con poder en el mundo y convoca a su pueblo para que se una a Él en lo que está haciendo. Él llama a los Anás del templo y a los Juanes Bautistas para preparar el camino. Él es el Señor de la historia y busca profetas que declaren su Palabra e intercesores que den a luz esa palabra por medio de la oración vencedora y la lleven a la práctica.
En toda la Tierra, creyentes jóvenes y viejos se reúnen en respuesta a su llamado. Se comprometen a vivir en un abandono total a Cristo. Miles de personas se dedican a orar y ayunar por el avivamiento, y para que las naciones se vuelvan a Dios. Nada de esto sucedería a menos que Dios se estuviera preparando para un movimiento importante. Él puede dar vuelta las naciones y el mundo. Él quiere hacerlo y ha invitado a su pueblo a unirse a la tarea. ¡ Qué responsabilidad, pero, oh, qué privilegio !
Muchos creyentes de todo el mundo están captando la visión de que sus naciones pueden cambiar, y puede llegar un gran avivamiento. Responden a la necesidad, aun a la urgencia, de vivir vidas de santidad y obediencia sin concesiones a Cristo, y ayuno y oración persistentes. Estas son las cosas que siempre han movido la mano de Dios. Cuando Dios convocó a ayunos colectivos en el Antiguo Testamento, siempre, algo cambió en los cielos. El mismo principio se aplica en la actualidad. El llamado de esta hora es a la santidad y la humildad, a la oración y el ayuno, y a buscar el rostro de Dios. Está en juego el destino de las naciones. Está en juego el futuro del mundo.
Casa de oracion.
Hoy Dios se mueve con poder en el mundo y convoca a su pueblo para que se una a Él en lo que está haciendo. Él llama a los Anás del templo y a los Juanes Bautistas para preparar el camino. Él es el Señor de la historia y busca profetas que declaren su Palabra e intercesores que den a luz esa palabra por medio de la oración vencedora y la lleven a la práctica.
En toda la Tierra, creyentes jóvenes y viejos se reúnen en respuesta a su llamado. Se comprometen a vivir en un abandono total a Cristo. Miles de personas se dedican a orar y ayunar por el avivamiento, y para que las naciones se vuelvan a Dios. Nada de esto sucedería a menos que Dios se estuviera preparando para un movimiento importante. Él puede dar vuelta las naciones y el mundo. Él quiere hacerlo y ha invitado a su pueblo a unirse a la tarea. ¡ Qué responsabilidad, pero, oh, qué privilegio !
Muchos creyentes de todo el mundo están captando la visión de que sus naciones pueden cambiar, y puede llegar un gran avivamiento. Responden a la necesidad, aun a la urgencia, de vivir vidas de santidad y obediencia sin concesiones a Cristo, y ayuno y oración persistentes. Estas son las cosas que siempre han movido la mano de Dios. Cuando Dios convocó a ayunos colectivos en el Antiguo Testamento, siempre, algo cambió en los cielos. El mismo principio se aplica en la actualidad. El llamado de esta hora es a la santidad y la humildad, a la oración y el ayuno, y a buscar el rostro de Dios. Está en juego el destino de las naciones. Está en juego el futuro del mundo.
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