"Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús." 2 Tim. 2.1
La gracia y el amor de Dios para nosotros son abundantes y gratuitos; pero requieren de nuestra participación para hacerse realidad en nuestra vida. ¿Qué me toca hacer? ¿Cual es mi responsabilidad? Esforzarme en apropiármelos.
Te voy a dar un ejemplo muy sencillo para entender esto: Suponte que es hora de comer y ya tienes hambre. No importa cuanta hambre tengas, si no tomas la decisión de servirte la comida y comer, puedes morirte de hambre. No basta con el hecho de reconocer el hambre, tampoco es suficiente con abrir la boca y esperar que te caiga la comida; necesitas tomar la cuchara, llevarla a la boca, introducir la comida, masticarla y tragarla... Solo así saciarás tu hambre física. Orar no te ayudará en nada; tienes que tomar acción y comer. Y si acaso no hubiera nada que comer en casa; tendrías que hacer algo, comprar comida, trabajar o lo que sea.
AMIGA... lo mismo sucede con la gracia de Dios, hay que esforzarnos en usarla, en conocer más al Señor, en atender a su Palabra; en responderle a Dios en obediencia pronta. Solo así nos aprovechará su maravilloso regalo salvador, su bendita provisión "gratuita", de Gracia.
Reflexiona: ¿Te estás esforzando en utilizar la gracia de Dios, en conocerle más, en hacer caso a su consejo? Es hora de hacer nuestra parte, Cristo ya hizo la suya. .
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